A mediados de los años sesenta del s.XIX la obra de Vasili Perov cambió de orientación. La sátira social que caracterizaba sus primeras obras tempranas se convierte en compasión por los desdichados. No por casualidad su discípulo, el pintor Nésterov, llamó a Perov “el verdadero poeta de dolor”.
El tema de la infancia necesitada, de los niños, del campo o de la ciudad, que pasan hambre, frio y penurias aparece en toda la obra de Perov. Este cuadro es uno de los más famosos del autor. Se sabe que en los primeros bocetos de la obra los niños tenían un aspecto mucho más mísero pero que luego el autor decidió darles un apariencia mucho más suave, quizás para poder generar más empatía en el espectador.
Esta obra forma parte de la colección del Museo Ruso de San Petersburgo.
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