20 años le costó a Alexander Ivánov pintar esta obra que es considerada una de las más eminentes del arte ruso.
La composición se dividiría en dos planos, el "celestial" en donde se sitúa la figura de Cristo y el "terrenal". Este último a su vez se divide en dos partes según la relación de los personajes con la figura de Cristo. En el centro está S. Juan Bautista con las manos levantadas, S. Pedro cabizbajo y pensativo, S. Juan de pelo rojo acompañado de un barbado y canoso S. Andrés. En el extremo derecho del cuadro se situan los no creyentes: soldados romanos a caballo, pastores judíos y fariseos. El pintor se autoretrató justo debajo de S. Juan Bautista, con capa azul, bastón y gorro.
Relacionados con esta obra Ivanov elaboró innumerables estudios. El pintor acudía a lugares muy transitados para fijarse en los rostros de las personas. Podían pasar uno o dos años hasta que encontrara el rostro que andaba buscando y una vez encontrado no lo trasladaba inmediatamente a la obra sino que lo reelaboraba en su estudio. Así los rostros que aparecen en la obra no son de modelos concretos sino que son una síntesis de éstos.
El cuadro fue elaborado por el autor en Roma y tenía grandes esperanzas puestas en él, sin embargo cuando lo llevó a San Petersburgo sus expectativas no se vieron cumplidas, los académicos lo recibieron con hostilidad y sus contemporáneos no supieron valorar en su justa medida su espíritu innovador. Alexandr Ivánov moriría de cólera ese mismo año y su lienzo fue adquirido por el emperador.
Esta obra forma parte de la colección del Galería Tetriakov de Moscú.
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