El Retrato a Comienzos del S. XVIII

Uno de los motivos por los que el retrato es el principal género de la época puede simplemente la vanidad y deseo de ostentación de la nobleza que les llevó a realizar numerosos encargos. El retrato se hizo un elemento necesario en cualquier casa noble. Esto no significa que nos vayamos a encontrar sólo con retratos puramente formales, junto a estos aparecen ejemplos de un fino tratamiento de la psicología del modelo. Aunque la mayoría de los retratos producidos en la corte fueron realizados por extranjeros dos nombre rusos destacan desde una fecha temprana.


Andrei Matiéev (c.1701-1739) tenía quince años cuando recibió una pensión para estudiar en Holanda, allí estudio con el maestro holandés Boonen. En 1724 fue a Flandes, entrando en la Real Academia en donde estudió pintura alegórica e histórica. A su vuelta a San Petersburgo trabajó en la Catedral de Pedro y Pablo, fue el pintor principal del Departamento de Construcción, trabajó en la decoración de los 12 Colegios y pintó varios iconos y retratos. Su retrato con su mujer (1729) es el primer retrato de una pareja en donde el autor declara abiertamente el amor por su pareja. Puede que en sus estancia en Flandes viese varios retratos de este tipo, pero este destaca por su sencillez y honestidad.



Iván N. Nikitin (c.1690-1742) fue un personaje más complejo. Su biografía es dramática. Hijo de un sacerdore moscovita empezó a pintar a temprana edad. Pintó algunos retratos de la familia del zar y recibió una pensión para estudiar en Florencia entre 1716 y 1720. A su vuelta, entre 1720 y 1725 Nikitin desarrolla lo mejor de su producción, es nombrado por Pedro I jefe de los retratistas, disfruta de fama y reconocimiento y tiene su propio estudio. La muerte del zar marca del comienzo de su declive. Junto con su hermano Roman, tambien pintor, se traslada a Moscú. No se adapta a la creciente occidentalización e insiste en pintar a la manera de los iconos del XVII. Es acusado de estar en posesión de unas cartas en las que se injuria al Patriarca de Moscú, Teophan Prokopovich, y es desterrado a Siberia. Esto sucedía durante el reinado de Ana Ioanovna (1730-1740). Residió en Tobolsk hasta 1742, en donde pintó un retrato del obispo y el iconostasio. Isabel I le indultó permitiéndole volver a San Petersburgo. Por desgracia, murió antes de llegar a la capital. 



Un tipo de retrato popular en estos días fue un pequeño retrato esmaltado llamado "finift". En este terreno destacaron los pintores Grigori Mussikiski (1670/71-1739) y Andrei Ovsov (1678/79?-1740?) considerados los fundadores de este tipo de arte en Rusia.


La técnica del esmaltado era bien conocida antes de Pedro I usándose para decorar Biblias o partes de las iglesias. El principal ingrediente era una aleación de vidrio que se convertía en polvo y de la que se obtenía el color. Su uso es particularmente delicado, dejando un mínimo margen de error en la elaboración de la miniatura.



La mayoría de los artistas de Pedro I, sin embargo, se dedicaban al grabado. Mapas, ilustraciones de libros, ornamentación de éstos... la calidad de su obra se considera a la par que la de sus colegas europeos. El grabado era muy popular en la época en toda Europa, este éxito se debe a que era un medio inmediato y visual de transmisión de los acontecimientos de la época. El mismo Pedro I tomó lecciones de grabado del alemán Peter Picart (c.1668-1737). Los principales represantes de la escuela rusa de grabado fueron Alexei e Ivan Zubov.


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