A principios de la década de 1910 Natalia Goncharova alcanza la cima de su maestría. Por aquella época se dirige a variados y sencillos temas de género como el de este cuadro. En este periodo la autora experimentó la influencia de diferentes corrientes del arte europeo de la época, principalemente Van Gogh, Matisse, Cezanne y los pintores primitivistas.
Las lavanderas de Goncharova representan la imagen de la Rusia campesina más oriental, asiática y escita. No recuerdan tanto a las campesinas de Tula, su ciudad de origen, como a las nómadas de las estepas. Este cuadro puede ser un buen reflejo de la eterna cuestión rusa, siempre entre oriente y occidente.
Esta obra forma parte de la colección del Museo Ruso de San Petersburgo.
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