En la decada de 1860 Vasili Perov pintó una serie de cuadros que revolucionaron la pintura rusa y crearían toda una escuela se pintura orienteada a la denuncia social.
En esta obra nos muestra la celebración de la Pascua en una aldea rusa en la que todo lo que representa esta fiesta sagrada es tirado por los suelos. El sacerdote borracho apenas se tiene en pie mientras baja el soportal, de las manos del escribano el libro de oraciones cae al barro, la procesión parece desplazarse caóticamente...
Perov nos quería mostrar aquí la imagen de una vida sin esperanza. Ayudanado a reforzar la impresión el parco colorido del cuadro que crea un paisaje lúgubre y oscuro.
Esta obra forma parte de la colección de la Galería Tetriakov de Moscú.
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