Vasily Vereshaguin no sólo fue pintor sino además militar de carrera. Como testigo directo de la guerra muchas de sus obras son una denuncia de ésta. Así, este cuadro no es sólo una alegoría de la guerra sino también un triste resumen de su propia experiencia. El autor nos quiere mostrar el autor el verdadero rostro de la guerra, su muerte y destrucción. La devastación queda reflejada en la pirámide de cráneos mutilados, el desierto quemado por el sol y las ruinas de la ciudad destruida.
El motivo está inspirado en las pirámides de cráneos que en el s. XIV dejaba tras de si Tamerlán después de sus victorias.
El pintor tenía la convicción de que el arte podía ser una fuerza de progreso. En el marco del cuadro escribió: "Dedicado a todos los grandes conquistadores, pasado, presentes y futuros"
Esta obra forma parte de la colección de la Galería Tetriakov de Moscú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario