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Borovikovski, Vladímir Lukich (1757 – 1825)

Borovikovski nació en Ucrania, en Mírgorod, en el seno una familia cosaca. Su padre y sus dos hermanos eran pintores de iconos y Vladímir los ayudó en su taller desde niño. Se conservan algunos iconos suyos de los años 80 del siglo XVIII. En 1787, mientras participaba en la decoración del palacio de Kremenchug, en el que se suponía que se alojaría Catalina II durante su viaje por el sur del país,  el joven atrajo la atención del arquitecto y pintor N. A. Lvov, que se llevó al joven talento a San Petersburgo. Durante unos años Borovikovski vivió en su casa, recibió clases de Johann Baptist Lampi, un pintor austriaco famoso que trabajaba en la Corte de Catalina II, y se aconsejaba frecuentemente con el pintor D.G. Levitsky. Uno de los retratos más tempranos hechos en San Petersburgo que se han conservado, “El retrato de O.K. Filíppova”, se destaca por la ternura soñadora de la imagen. Ya en 1795 el  pintor recibió el título de académico y en 1802 llegó a ser  consejero de la Academia de Bellas Artes. 

Borovikovski fue uno de los retratistas más famosos de su época. Tuvo éxito tanto en el retrato de cámara como en el retrato en miniatura que estaba muy de moda por aquel entonces. Sus mejores obras pertenecen a la última década del siglo XVIII. En sus retratos el pintor llegaba a transmitir los movimientos apenas perceptibles del alma humana, los matices más finos de los sentimientos del retratado. El pintor se hizo famoso por crear un tipo específico del retrato feminino caracterizado por un paisaje en el fondo sobre el cual se coloca la imagen hasta la cintura del modelo. Lo podemos ver en el retrato de Arsénieva (1790) y en el de Lopujiná (1797) que creados bajo la influencia del sentimentalismo. El paisaje introducido por el pintor en sus obras contribuía a revelar el mundo interior de los modelos. Los retratos, no muy grandes de tamaño, se distiguían por una finura excepcional en la transmisión del carácter, estaban llenos de poesía y lírica. En las obras de principios del siglo XIX (el retrato de Kurakin o el retrato de Pablo I) se percibe la influencia del clasicismo, se caracterizan por la gama discreta de colores y la sequedad de medios expresivos. Además, el pintor realizó retratos de campesinos, lo cual era poco frecuente en aquella época (“La campesina de Torzhok, Cristinia”, 1795). 

En los últimos años de su vida la creación de Borovikovski disminuyó  debido al influjo de tendencias religiosas místicas.  A partir del año 1810 solamente pintó iconos. La última obra del pintor fue el iconostasio de la iglesia del cementerio de Smolenskoe.

El Retrato a Comienzos del S. XVIII

Uno de los motivos por los que el retrato es el principal género de la época puede simplemente la vanidad y deseo de ostentación de la nobleza que les llevó a realizar numerosos encargos. El retrato se hizo un elemento necesario en cualquier casa noble. Esto no significa que nos vayamos a encontrar sólo con retratos puramente formales, junto a estos aparecen ejemplos de un fino tratamiento de la psicología del modelo. Aunque la mayoría de los retratos producidos en la corte fueron realizados por extranjeros dos nombre rusos destacan desde una fecha temprana.


Andrei Matiéev (c.1701-1739) tenía quince años cuando recibió una pensión para estudiar en Holanda, allí estudio con el maestro holandés Boonen. En 1724 fue a Flandes, entrando en la Real Academia en donde estudió pintura alegórica e histórica. A su vuelta a San Petersburgo trabajó en la Catedral de Pedro y Pablo, fue el pintor principal del Departamento de Construcción, trabajó en la decoración de los 12 Colegios y pintó varios iconos y retratos. Su retrato con su mujer (1729) es el primer retrato de una pareja en donde el autor declara abiertamente el amor por su pareja. Puede que en sus estancia en Flandes viese varios retratos de este tipo, pero este destaca por su sencillez y honestidad.



Iván N. Nikitin (c.1690-1742) fue un personaje más complejo. Su biografía es dramática. Hijo de un sacerdore moscovita empezó a pintar a temprana edad. Pintó algunos retratos de la familia del zar y recibió una pensión para estudiar en Florencia entre 1716 y 1720. A su vuelta, entre 1720 y 1725 Nikitin desarrolla lo mejor de su producción, es nombrado por Pedro I jefe de los retratistas, disfruta de fama y reconocimiento y tiene su propio estudio. La muerte del zar marca del comienzo de su declive. Junto con su hermano Roman, tambien pintor, se traslada a Moscú. No se adapta a la creciente occidentalización e insiste en pintar a la manera de los iconos del XVII. Es acusado de estar en posesión de unas cartas en las que se injuria al Patriarca de Moscú, Teophan Prokopovich, y es desterrado a Siberia. Esto sucedía durante el reinado de Ana Ioanovna (1730-1740). Residió en Tobolsk hasta 1742, en donde pintó un retrato del obispo y el iconostasio. Isabel I le indultó permitiéndole volver a San Petersburgo. Por desgracia, murió antes de llegar a la capital. 



Un tipo de retrato popular en estos días fue un pequeño retrato esmaltado llamado "finift". En este terreno destacaron los pintores Grigori Mussikiski (1670/71-1739) y Andrei Ovsov (1678/79?-1740?) considerados los fundadores de este tipo de arte en Rusia.


La técnica del esmaltado era bien conocida antes de Pedro I usándose para decorar Biblias o partes de las iglesias. El principal ingrediente era una aleación de vidrio que se convertía en polvo y de la que se obtenía el color. Su uso es particularmente delicado, dejando un mínimo margen de error en la elaboración de la miniatura.



La mayoría de los artistas de Pedro I, sin embargo, se dedicaban al grabado. Mapas, ilustraciones de libros, ornamentación de éstos... la calidad de su obra se considera a la par que la de sus colegas europeos. El grabado era muy popular en la época en toda Europa, este éxito se debe a que era un medio inmediato y visual de transmisión de los acontecimientos de la época. El mismo Pedro I tomó lecciones de grabado del alemán Peter Picart (c.1668-1737). Los principales represantes de la escuela rusa de grabado fueron Alexei e Ivan Zubov.


Catalina II paseando en Tsárskoe Sieló

V. Borovikovski. “Catalina II paseando en Tsárskoe Sieló”. 1794


El desarrollo artístico del ideario de la Ilustración tomó dos direcciones. Si el Clasicismo simbolizó los principios racionales de ésta el Sentimentalismo entró en la esfera de lo emocional.

Esta obra, al igual que otras, de Vladimir Borovikovski, es un buen ejemplo de esta corriente. Por este cuadro Borovikovski recibió el título de académico.

Se hace dificil reconocer a una poderosa emperatriz en esta afable señora entrada en años que pasea por el parque. Su vestuario no es lujoso, no aparecen atributos de poder imperiales, sin embargo, el entorno del parque no es menos suntuoso que el interior de un palacio. La pose de la emperatriz es reservada a la vez que majestuosa. Se nos muestra ante nosotros más a la manera de un filósofo que reflexiona en el seno de la naturaleza.

Esta obra forma parte de la colección de la Galería Tetriakov de Moscú.

Retrato de un Hetman

I. Nikitin. “Retrato de un Hetman”. 1720's

En este retrato Ivan Nikitin nos muestra a un soldado veterano, un "hetman", uno de aquellos comandantes militares en los que se apoyó el zar Pedro para llevar a cabo sus reformas y campañas militares. Desconocemos la persona del retratado, sabemos de su rango por una inscripción en el cuadro, pero podemos afirmar que es un hombre de su época. Su rostro curtido y su mirada tensa nos habla de un hombre que habría pasado por muchas de las númerosas campañas militares del s. XVIII.

Esta obra forma parte de la colección del Museo Ruso de San Petersburgo.

La pintura en la época de Pedro El Grande

A comienzos del s. XVIII se hacen patentes en las artes plásticas los cambios en el país y la occidentalización traidas por el zar Pedro I. La decadencia de la antigua escuela de pintura rusa comenzó ya en el s. XVII. El s. XVIII trajo la pintura al oleo de temática secular. De entre todos los géneros destacó de largo el del retrato en diferentes formatos.

Los rusos accedieron a las técnicas del arte occidental por dos vías: por un lado artistas europeos fueron invitados a trabajar en Rusia y formar una nueva generación de artistas rusos y por otro las residencias de los nobles se llenaron de obras de arte occidentales. Pedro I favoreció personalmente la posibilidad de que los artistas rusos más validos tuviesen la posibilidad de estudiar con maestros europeos, principalmente en los Países Bajos e Italia. A estos estudiantes se les llamaba "pensionistas" por la pensión que recibían del estado para pagar los gastos del viaje. El objetivo del zar no era que los artistas se limitasen a copiar el estilo occidental sino, más a largo plazo, desarrollar una generación de ingenieros, científicos y artistas que pudiesen competir al mismo nivel con sus colegas europeos. 

En 1716 los primeros pensionistas rusos fueron enviados al extranjero. Era una oportunidad excepcional para que pudiesen ver con sus propios ojos las obras maestras de la pintura occidental.

Pedro I acarició la idea de establecer una Academia de Bellas Artes en Rusia. Este proyecto no llegó a realizarse durante su vida aunqe si hubo una Escuela de Artes y Ciencia que abrió en San Petersburgo en 1726. Los estudiantes recibían formación en dibujo y grabado, añadiéndose un curso de arquitectura en 1747 al curriculum.

Fue sólo al final de su reinado cuando el zar pudo ver algunos de los frutos de sus esfuerzos. Estos se concretaton en las figuras de dos estudiantes: Andrei Matiéev e Iván Nikitin. Aunque sus carreras fueron breves tuvieron el tiempo de probar que el esfuerzo empleado en sus lecciones en los Países Bajos y Florencia. El arte del retrato se iba librando de las tradiciones de la pintura de iconos e iba haciendose más franco y naturalista.

Fue costumbre durante la época de Pedro I y sus sucesores inmediatos (Catalina I, Pedro II y Ana Ioanovna) así como entre la corte y nobleza realizar importantes encargos a artistas extranjeros. Su papel fue muy importante al mostrar como trasladar acontecimientos de la vida rusa a un lenguaje artístico aceptado en el occidente europeo. Mostraron a los artistas rusos una nueva manera de pintar, nuevas imágenes y métodos para expresar ideas abstractas. Muchos de éstos artistas extranjeros acabaron estableciéndose en Rusia. En un estado autocrático como el de Pedro I los especialistas venidos del extranjero gozaban de ciertos privilegios y libertades. Podía abrir estudios en donde podían tomar alumnos. Se admite que las obras que salieron de estos alumnos no fueron de un gran nivel pero que aun así contribuyeron a la europeización de la pintura rusa.

Louis Caravaque fue el más eminente de estos maestros llegados de Europa, llegó de Francia en 1716 y permaneció en Rusia hasta el fin de sus días, en 1754. Nacido en Marsella y de origen español, trabajó en la corte de Luis XIV y fue testigo del nacimiento del Rococó llevando este estilo a Rusia. Dicho estilo no fue muy popular en Rusia siendo tan sólo característico de mediados del s. XVIII en la capital.



Otro de los maestros extranjeros más reputados de la epoca fue el bávaro Gottfried Tannauer, reconocido por su retrato de Pedro I en la batalla de Poltava.


Puente de piedra en Gátchina

S. Schedrín. “Puente de piedra en Gátchina”. 1799-1801

Semión Schedrín fue el primer paisajista ruso salido de la Academia de Artes de San Petersburgo y el primer académico de paisajes que hubo en esta. Después de terminar sus estudios en la Academia Schiedrín viajó y perfecciono su arte en Francia e Italia. Al regresar a Rusia le fue asignado pintar vistas de los palacios y parques de la zarina Catalina la Grande. Su talento se perfecciona pintando vistas de las residencias reales de Pávlosk, Gátchina y Petergof. En dichas vistas se estaba formando el concepto de "jardín inglés" o "paisajístico"

En este lienzo pintado por encargo de Pablo I para el castillo Mijaílovski se puede apreciar un rincon de un de los jardínes del denominado de estilo "inglés" o "paisajistico", preponderante en la época y determinante en la formación de la corriente estética dominante en la frontera entre los siglos XVIII y XIX: el sentimentalismo. El motivo del cuadro encarna la armonía ideal entre el hombre y la naturaleza.

Esta obra forma parte de la colección de la Galería Tetriakov de Moscú.

Celebración del compromiso matrimonial

M. Shibánov. “Celebración del compromiso matrimonial”. 1777

A lo largo del s. XVIII la pintura de género costumbrista tuvo un papel secundario. La representación de una realidad "baja y vulgar" se consideraba inapropiada para los pinceles de un artista. Desligándose de la estética academicista dominante en la época Mijail Shibánov fue el primero de los pintores rusos en dirigirse a temas de la vida campesina.

La vida de Shibánov es en su mayor parte un misterio para los historiadores del arte. Se conjetura que fue alumno de Dimitri Levitski.

En esta obra el autor se revela como un maestro del retrato, profundizando en la psicología de los rostros de los protagonistas. Shibánov muestra un gran afecto y respeto por los personajes. La representación de los vestidos es etnográficamente correcta, correspondiendo a las ropas de fiesta campesinas propias de la región de Súzdal.

Esta obra forma parte de la colección de la Galería Tetriakov de Moscú.

Retrato de Maria Lopujiná

V. Borovikovski. “Retrato de Maria Lopujiná”. 1797

Para el que escribe este es uno de los más bellos retratos femeninos del arte ruso.

Vladímir Borovikovski emplea los métodos tradicionales del retrato para presentarnos al personaje pero el autor no hace nada para mostrarnos el estatus de la retratada sino que se centra más en su personalidad. La principal idea en el retrato es la unión de la persona con la naturaleza carácteristica de la estética de finales del s. XVIII a lo que se suma la influencia del sentimentalismo imperante en la época.

Esta obra forma parte de la colección de la Galería Tetriakov de Moscú.

Retrato de una desconocida en un vestido popular ruso

I. Argúnov. “Retrato de una desconocida en un vestido popular ruso”. 1784

Iván Argúnov fue siervo de los condes de Shereméteiev y sin recibir ninguna formación artística sistemática llegó a ser uno de los pintores más importantes de su época. Además de su obra, educó a muchos futuros artistas entre los que destacaría A. Losenko, el futuro director de la Academia de Bellas Artes.

El retrato de esta desconocida está hecho siguiendo los cánones del clasicismo: equilibrio y estabilidad en la composición, líneas suaves, colorido suave... A finales del s. XVIII empezó a crecer el interés por los temas populares, interés paralelo a un aúge del sentimentalismo y de una idealización de la figura del campesino que lleva una vida sencilla en el seno de la naturaleza.

La retratada lleva un "kokóshnik" en la cabeza y un "sarafán". La obra reproduce exáctamente la vestimenta de gala de una campesina de la zona de Moscú.

Esta obra forma parte de la colección de la Galería Tetriakov de Moscú.

La prueba de fuerza de Ian Usmar

G. I. Ugriúmov, “La prueba de fuerza de Ian Usmar”. 1796-1797.

Grigori Ugriúmov fue uno de los primeros pintores rusos que se dirigió a temas históricos, creando una serie de cuadros dedicados a hechos y hazañas de héroes nacionales.

Para la realización se inspiró de este cuadro en un episódio narrado en la “Crónica de los tiempos pasados” (también conocida como “Crónica de Néstor”) escrita a comienzos del siglo XII. En ésta se cuenta que en el año 992, bajo el mandato del príncipe Vladímir, Kíev fue asolada por los pechenegos, un pueblo semi-nómada que habitaba las estepas de Asia Central.

El destino de la ciudad hubo de decidirse en un duelo. Un sencillo curtidor de nombre Ian aceptó el desafío del más fuerte de los pechenegos. Antes del duelo, superó con éxito la prueba de arrancar un pedazo de piel a un toro enfurecido lanzado contra él. Luego venció al pechenego y salvó a su ciudad.

Esta obra forma parte de la colección del Museo Ruso de San Petersburgo.

Pedro I en su lecho de muerte

I. Nikitin. “Pedro I en su lecho de muerte”. 1725

En la noche del 28 de enero de 1725, a la edad de 52 años, falleció el emperador Pedro I victima de una infección del aparato urinario. Gracias a sus reformas Rusia pasó a formar parte de las principales potencias europeas. Esa misma noche fue llamado de urgencia el artista de cámara Iván Nikitin al antiguo Palacio de Invierno (donde hoy se situa el Ermitage). Nikitin hizo su trabajo muy rápido y el retrato fue dibujado en pocas horas.

Esta obra forma parte de la colección del Museo Ruso de San Petersburgo.